Larry Nieves

Sí el Estado no nos "alimentase": ¿Nos dejaría morir el libre mercado?














Larry Alexánder Nieves C.




















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Mucha gente pareciera estar de acuerdo en que el Estado es ineficiente en llevar a cabo muchas tareas que se le han encargado. Esas mismas personas, sin embargo, argumentan que el Estado debería estar a cargo de ciertas tareas elementales, de suplir unas supuestas "necesidades básicas" que toda persona tiene, como por ejemplo: salud y seguridad. Según dicen, si dejamos tales tareas al libre juego de la oferta y la demanda, los desafortunados o excluidos de hoy serían incapaces de proveerse de tales servicios básicos y «lentamente se aislarían hasta morir, solamente por no haber nacido en el mundo "mejor"».

Así que la pregunta a responder es, ¿nos dejaría morir o iletrados para siempre el mercado?

Aparte del problema irresoluble de definir satisfactoriamente para todos cuáles son las tales "necesidades básicas", olvidan estas personas que la tendencia natural del mercado es proveer cada vez más bienes, de mejor calidad y cada vez más baratos. Hace 80 años, ¿quién podía tener un automóvil? Un automóvil era un bien considerado de lujo y sólo la alta sociedad era capaz de adquirir uno o varios. Hoy en día, una familia de clase media, e incluso de clase baja, puede con un determinado esfuerzo comprar y mantener un carro. Aún aquellos que no tienen los medios necesarios para comprar un carro, pueden hacer uso de transporte colectivos buses, busetas o taxis.

Si dejáramos al mercado la tarea de proveernos educación y salud, la tendencia sería la misma. Más aún, se abrirían nuevas posibilidades ya que diversas necesidades educativas podrían ser cubiertas por diversos tipos de escuelas y colegios. Por ejemplo, la pobre sin ningún tipo de educación estaría interesada (presumiblemente) en adquirir el tipo de conocimientos que lo pueda sacar más rápidamente de su desesperada situación. Mientras que una persona mejor posicionada se interesará en educarse en aspectos más "elevados" de la vida, si se quiere. El punto es que la demanda por diversos servicios educativos sería satisfecha en el mercado, de la misma forma que la demanda por diversos tipos de zapatos lo es. ¿Se imaginan que encargáramos al gobierno de la producción de zapatos? ¿Cuántos tipos diferentes de zapatos se imaginan que existirían, con qué calidad y a qué precios?

La competencia entre empresarios de la educación haría que los precios cayeran y la calidad y diversidad aumentara. ¿Por qué? Pues sencillamente porque el interés principal del empresario es satisfacer tantos clientes como sea posible; mientras más mejor. Y no porque el empresario sea una persona altruista por naturaleza, sino por el simple hecho de que quiere obtener una ganancia. Allí está el detalle.

Obviamente eso no lo podemos ver ahora porque tenemos al gobierno metido en todas las facetas de nuestras vidas y porque vivimos inmersos en una perenne y aparentemente inmortal inflación de precios, que nos impide disfrutar la tendencia de los precios de los productos en el mercado a caer, siempre que hay competencia y libertad de interferencias del gobierno.
















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