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![]() Larry Nieves Te lo han hecho creer, pero ¿Tienes derecho a una vivienda? |
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El artículo 82 de la Constitución dice que: Ahora bien, ¿realmente tenemos "derecho" a una vivienda? Un derecho es aquello que podemos hacer sin pedir permiso a nadie,
algo que por nuestra propia naturaleza está inextricablemente ligado a nosotros y sin lo cual dejaríamos de ser seres humanos.
Por ejemplo, cada persona tiene el derecho a defender su vida y su propiedad, ya que por definición cada persona
es dueña de sí misma y de su vida. Si yo no soy dueño de mí mismo, se sigue que alguien más lo es, con lo cual no soy más
que un esclavo. De manera que si soy dueño de mí mismo, entonces debo estar en capacidad de defenderme de cualquier agresión
que ponga en peligro mi existencia. Si mi derecho a la vida depende de que alguien esté dispuesto a salvarme (léase la policía),
entonces tal derecho deja de tener efectvidad alguna y se convierte en letra muerta, como en efecto sucede diariamente en
los barrios de Caracas y otras ciudades de Venezuela. El supuesto derecho a la viivienda que consagra la Constitución es esencialmente diferente, ya que implica la imposición
de responsabilidades a personas ajenas a mí. Por ejemplo, yo puedo exigir que se respete mi vida y defenderla a capa
y espada, sin tener que obligar a otra persona a que me ayude, porque de hacerlo, estaría violando el derecho de esa persona
de vivir libre de coerción. Pero si no tengo casa, ¿cómo hago para hacer valer mi derecho a poseer una? Siendo que la «satisfacción
progresiva de este derecho es obligación compartida entre los ciudadanos y ciudadanas y el Estado...» se concluye que tengo
que recurrir al Estado para que me proporcione una casa. ¿Y de dónde saca las casas el Estado? Para cumplir con su promesa
de vivienda para todos, el Estado tiene que hacer que otros paguen lo que yo no puedo pagar. Recuérdese que los ingresos fiscales
por concepto de renta petrolera sólo alcanzan para pagar la mitad de todos los gastos del gobierno. La otra mitad tiene que
ser expropiada violentamente a lo ciudadanos productivos, a través de impuestos. De manera que al pedirle al Estado que cumpla su promesa de darme casa, básicamente lo que le estoy pidiendo es que robe
por mí. El mismo argumento es válido para el resto de los mal llamados "derechos sociales", supuestos derechos que no
pueden hacerse valer, a menos que forcemos a otros a pagar la cuenta, por lo cual no son derechos, sino más bien privilegios
otorgados por el Estado repartidor de riqueza. Si aceptáramos la existencia de tales derechos, estaríamos aceptando el concepto de que por alguna razón -usualmente porque
la myoría piensa que debería ser así- tenemos el derecho a disfrutar el producto del trabajo de otros, es decir, a convertirlos
en esclavos. Un atraco es un atraco, aunque sea perpetrado por la sacrosanta "mayoría". Puedes dejar tus comentarios sobre este artículo en La Bitácora |
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