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![]() Larry Nieves El mecanismo de la inflación |
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Ludwig von Mises
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Imagina cómo sería tu vida si pudieras falsificar dinero. Imagina
además que el dinero que falsificas es indetectable, es exactamente
igual al dinero legal. ¿Qué crees que sucedería? Bueno, para empezar,
es evidentemente que te va a comenzar a ir mejor en los negocios, ¿no?
Esa es la parte fácil del problema. Analicemos la parte más sutil, la
parte que no se ve. ¿Qué sucedería con el resto de la gente, esa que
no tiene acceso a tu máquina de falsificar billetes? Para analizar
esta parte del problema, pongamos un ejemplo sencillo. Imagina ahora
que eres parte del grupo que no tiene acceso a la máquina de imprimir
dinero y que quieres comprarte alguna cosa, digamos un nuevo CD de
salsa. Pero resulta que nuestro amigo el falsificador también es
amante del ritmo latino y quiere comprar el mismo disco que tú. Él
puede simplemente imprimir algunos billetes más y ofrecer un precio
más alto al vendedor, quien sin pensarlo dos veces va a pactar con el
que ofrezca más. El efecto de los nuevos billetes, sin embargo, no se detiene allí.
Puesto que ahora el vendedor de compactos tiene más dinero del que
tendría en ausencia del falsificador. Con ese dinero extra, él puede
ir y comprar bienes que necesite, ofreciendo precios más altos por
ellos, que los que podía darse el lujo anteriormente. Digamos que el
vendedor de discos compra ahora más carne, el carnicero ahora tiene
más dinero, con el cual puede comprar más cerveza, por ejemplo, y así
sucesivamente. Es claro entonces que el efecto de introducir nuevo
dinero en circulación se va propagando, a medida que los actores van
comprando bienes (que antes no podían comprar), con lo cual los
precios de esos bienes son presionados a aumentar. Ahora bien, también
es claro, que el efecto se propaga, al mismo tiempo se diluye, por así
decirlo, ya que por lo general, las personas no compran un sólo tipo
de productos, sino varios. En nuestro ejemplo, probablemente el
vendedor de compactos, compra carne, leche, una bicicleta. El
carnicero en cambio compra cerveza, arroz y un pantalón nuevo. El
señor del abasto compra un TV y así sucesivamente. Los que reciben el
dinero falsificado al principio, pueden comprar nuevas cosas antes que
los precios aumenten; mientras que los que reciben el dinero al final
de la cadena y los que no reciben nada de él, se enfrentan con precios
más altos en términos reales, con lo cual ven disminuída su capacidad
de comprar y, a final de cuentas, su bienestar general. Es evidente que la escala de la operación de falsificación (cuanto
dinero se falsifica) es también importante. Después de todo, si el
falsificador sólo imprime 1000Bs al mes, difícilmente cause efectos
apreciables, mientras que si imprime miles de millones de Bolívares
semanalmente, muchos se verán perjudicados y, dependiendo de la forma
en que se distribuya el dinero falsificado, unos pocos se verán
beneficiados (los que reciben el dinero en primer lugar). Al principio le pedí al lector que se imaginara que la operación de
falsificación es perfecta, es decir, el dinero nuevo es exactamente
igual al dinero "oficial" que es usado por todos. Bueno, la única
institución que puede llevar a cabo tal tipo de operación en escalas
gigantescas se llama Banco Central de
Venezuela y lo hace bajo las órdenes, más o menos disimuladas,
del gobierno central y con la complacencia de los gobiernos regionales
y de la banca comercial (los que reciben el nuevo dinero primero).
Veamos lo que nos dicen las cifras oficiales del BCV: entre marzo de
1999 y septiembre de 2004 la oferta monetaria (cantidad de dinero en
circulación en la economía) ha aumentado más de 237% (pasó de 10,1
billones a 34,2 billones de Bs). Uno de los objetivos de la "política
monetaria" (el eufemismo con el cual llaman a la operación de
falsificación masiva) es la estabilidad de precios. La única forma de
manetener estabilidad de precios, luego de un aumento tan descomunal
de la cantidad de dinero en circulación, es con un aumento de la
producción de bienes de la misma proporción. Veamos, a finales de 1999
el PIB (una medida de la producción de bienes y servicios) a precios
constantes de 1984 fue 565.868 millones de Bs, mientras que al cierre
del año 2003 la producción fue de 495.881 millones de Bs, es decir,
una caída en términos reales del 12,4% ¿Qué significan estas cifras? En términos sencillos, que durante el
año 2003 se produjo 12% menos que durante 1999 y, a pesar de ello, la
cantidad de dinero circulante ha aumentado en un período similar más
de 200%. Todavía hay otro punto que debemos considerar. Debemos tomar en
cuenta que en teoría, los bolívares en circulación están respaldados
por una moneda de reserva, en nuestro caso el dólar de los Estados
Unidos (¿Alguna vez se ha preguntado que quiere decir esa frase
escrita en todos los billetes: "Pagaderos al portador en las oficinas
del banco"?). Eso quiere decir que el aumento de la cantidad de dinero
circulante podría ser explicado, si en el mismo período se hubiese
producido un aumento proporcional de la cantidad de dólares poseídos
por el BCV (las famosas reservas internacionales). Veamos: según las
cifra oficiales,
desde marzo de 1999 hasta septiembre de 2004, las reservas
internacionales totales han aumentado en un 62,5% (de 13.442 millones
a 21.841 millones de US$. El aumento de la cantidad de dinero (la oferta de dinero) es lo que
causa la caída del "poder adquisitivo" de la moneda (el precio del
dinero). Estamos acostumbrados a pensar en el precio de carro, o el de
una casa o el de una cerveza en términos de bolívares. Similarmente
podemos pensar en el precio del bolívar en términos de carros, casas o
cervezas. De esta manera, si una polarcita cuesta 500 Bs, el precio
del bolívar será 1/500 polarcitas. Como todo producto en el mercado,
el aumento de la oferta hace caer el precio y viceversa. Lo que hace
el BCV es aumentar la oferta de dinero, de manera que el precio del
bolívar caiga, es decir, cada vez que el BCV imprime billetes en
exceso, cada bolívar puede comprar menos. Eso es inflación: aumento de
la cantidad de dinero, no compensada por un aumento de la cantidad de
bienes producidos Podrán entonces preguntarse: ¿por qué el BCV imprime más dinero del
que debería? La respuesta es muy simple: un gobierno que no puede
contener sus gastos y que, por lo tanto, se ve obligado a endeudarse.
En las democracias actuales se les ha vendido la idea a la gente que
el gobierno tiene como deber educarlos, alimentarlos, curarlos,
entretenerlos, cuidarlos y darles trabajo. Los políticos, para
mantener contentos a sus votantes y siempre ávidos de un poco más de
poder, se ven en la necesidad de gastar más de lo que pueden recaudar
en impuestos. Además, aumentar los impuestos es una medida impopular.
De manera que siempre queda el recurso de la emisión de "dinero
inorgánico" (otro eufemismo para "falsificación de dinero"), con el
cual el gobierno financia sus gastos, paga a sus empleados, construye
carreteras, educa a los analfabetas y cura a los enfermos. El problema
es que todo tiene su precio, de otra forma, la solución a todos
nuestros problemas sería instruir al BCV que imprima millones y los
reparta por igual a todos los habitantes del país. El precio del
dinero fácil es la inflación de precios. Queda una pregunta por contestar. ¿Cómo funciona esta operación
gigantesca de falsificación? ¿Cómo es que el Banco Central es capaz de
imprimir billetes a voluntad, sin que nadie proteste? Primero lo
primero. La operación se basa en el sistema bancario de reserva
fraccional. Según este sistema, los bancos no están obligados a
mantener respaldados todos los depósitos de sus clientes, sino una
fracción de ellos (de allí el nombre). El banco central establece la
proporción de los depósitos que los bancos deben mantener como reserva
(depositada en el mismo banco central), es el llamado encaje
legal. Actualmente el encaje legal es de 15% y
puede ser modificado en cualquier momento. ¿Qué quiere decir que el
encaje legal es 15%? Quiere decir que por cada 100 Bs que usted tiene
depositados en el banco, solamente 15 Bs existen en realidad y están a
la disposición inmediata en caso que usted los reclame; el resto, 85
de cada 100 Bs en el sistema bancario son una ficción, el éter
luminoso, por así decirlo. Ahora bien, suponga que por alguna razón,
las reservas de un banco aumentan en 100.000 Bs (por ejemplo, porque
alguien depositó en su cuenta dicha cantidad de dinero); ahora el
banco puede abrir una cuenta nueva y prestarle a un empresario,
digamos 566.666 Bs. Esos 566.666 Bs fueron creados por el banco, no
existían antes, pero ahora sí. El banco posee ahora 666.666 Bs en
depósitos, y 100.000 de reservas, con lo cual cumple religiosamente
con la ley, la cual le manda a mantener 15% de reservas en todo
momento. El pobre pendejo que depositó sus 100.000 Bs en el banco confía en
que su dinero está allí, siempre listo para ser retirado cuando él lo
necesite, pero esa promesa del banco de pagar el depósito
inmediatamente (lo que llaman una cuenta con liquidez) es imposible de
cumplir si todos los clientes reclamaran sus depósitos al mismo
tiempo. Es como si yo le prometiera a alguien cuidarle el carro y
entregárselo en cualquier momento, y por otro lado le alquilo el carro
a un taxista para que lo utilize a diario. Obviamente es físicamente
imposible que simultáneamente pueda devolver el carro a su dueño y
mantener el contrato de alquiler con el taxista. Por lo tanto, el que
así actúa comete fraude. Sin embargo los bancos actúan de esa manera
día tras díaş creando dinero de la nada, con la anuencia y bajop la
dirección del Banco Central. De manera que un aumento de las reservas bancarias, debido a un
incremento de los depósitos del público, tiene consecuencias
inflacionarias, ya que los bancos emitirán un múltiplo de sus reservas
en forma de depósitos (en el caso venezolano el factor multiplicativo
es 6.66), los cuales, desde luego, no tienen ningún respaldo. Pero lo
contrario también es cierto, es decir, las reservas pueden disminuir
si el público retira sus depósitos del sistema bancario. Al disminuir
las reservas, la cantidad de dinero en circulación debe disminuir, ya
que los bancos deben mantener en cada momento un mínimo de reservas.
Entonces, la operación del sistema de inflación dirigido por el Banco
Central se ve limitada por los deseos del público, quienes retirando
sus depósitos del sistema bancario, ejercen una presión deflacionaria,
la cual puede contrarrestar sus esfuerzos por inflar la moneda. Obviamente, al poder no le gustan los límites. El Banco Central
tiene una forma de contrarrestar la eventual presión deflacionaria del
público. El Banco Central puede aumentar las reservas bancarias a
voluntad, normalmente a través de las llamadas Operaciones de
Mercado Abierto (OMA). Según el BCV, las OMA consisten en: En pocas palabras, si el BCV quiere aumentar la liquidez (la
cantidad de dinero circulante en la economía), compra bonos de la
deuda por ejemplo. El BCV adquiere un bono, digamos por 1 millón de
Bs, el tenedor de bonos, digamos un banco comercial, adquiere en
cambio 1 millón de Bs en nuevas reservas. Ya que la reserva mínima es
establecida
por el BCV en 15%, ahora el banco puede aumentar sus depósitos
en 5.666.666 Bs para alcanzar 6.666.666 Bs y mantenerse en regla
respecto a los requerimientos de reserva mínima (encaje legal) que
exige el BCV. ¿Cómo aumentan sus depósitos los bancos comerciales? De la nada,
del aire mismo, simplemente llega Juan Empresario y pide un préstamo
al Banco, éste se lo otorga y le abre una cuenta corriente con el
monto deseado. Luego Juan Empresario sale y gasta su dinero nuevo,
creado de la nada, para expandir su empresa, contratar nuevos
empleados y comprar más materias primas, con lo cual se inicia la
propagación del nuevo dinero, con los efectos que he descrito más
arriba: aumento generalizado de los precios. Una vez expuesto el sistema tal como lo que es: un fradue, la
solución se torna clara como el agua de manatial. Se
hace imperativa la eliminación del Banco Central de Venezuela y la
abolición del sistema de reserva fraccional. Una vez eliminado el
Banco Central, la tarea de la emisión de dinero pasaría a ser feudo de
los bancos privados, sometidos a las reglas de la libre competencia,
es decir, ningún banco tendría el monopolio de la emisión de dinero;
habría varias formas de dinero conviviendo en la economía, compitiendo
por el favor de los usuarios. En segundo lugar, los bancos estarían en
la obligación de operar bajo un sistema de 100% de reserva, es decir,
con depósitos iguales a sus reservas en todo momento y la
falsificación (la expansión monetaria en ausencia de respaldo) sería
tratada como lo que es: un fraude al cliente. Finalmente, se
establecería que las reservas de los bancos deban ser mantenidas en la
forma de algún tipo de bien físico tangible, por ejemplo oro, plata o
platino, los cuales también podrían circular como dinero en la
economía. De esta manera, eliminaríamos uno de los males más
destructivos de nuestra sociedad actual, la inflación crónica a la
que nos tienen sometidos los políticos desde hace 60 años. La existencia de un banco central y el sistema bancario de reserva
fraccional son los causantes primarios y principales beneficiarios de
la inflación. Ésta se produce cuando la oferta monetaria aumenta, sin
un incremento similar de la cantidad de bienes que se producen en la
economía. El efecto de tal proceso inflacionario es el aumento
generalizado de los precios, un efecto que daña más a quienes están
más indefensos para enfrentar la onda expansiva: todos aquellos con
ingresos fijos y que no están conectados políticamente para recibir de
primeros las dosis expansión monetaria. A pesar que la retórica de los
políticos y los banqueros centrales indicaría al incauto que ellos le
han jurado una batalla a muerte a la inflación, son ellos mismos, los
políticos y banqueros, quienes la generan y se benefician de ella. La
solución al problema de la inflación crónica, a la que nos hemos
acostumbrado tolerar, pasa por la eliminación del Banco Central de
Venezuela y la abolición del sistema bancario de reserva fraccional,
volviendo a una moneda basada en un bien tangible, tal como el oro o
la plata, y a una banca sana y transparente. Puedes comentar sobre este artículo en La
Bitácora.
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